¿ENTIENDE DIOS MI DOLOR?

¿Alguna vez se ha preguntado si Dios realmente entiende su dolor? Cuando estamos en el oscuro “valle de sombra de muerte”, puede parecer que Dios está muy lejos. Cuando la niebla del dolor y la pérdida se arremolinan a nuestro alrededor, se vuelve casi imposible escuchar a Dios, o verlo en acción... o incluso pensar que Él sabe por lo que estamos pasando.

En medio del dolor y con el corazón roto, a menudo tendemos a olvidar que Dios lo sabe todo. Su propio carácter incorpora Omnisciencia. Si es conocible, ¡Él lo sabe! Eso significa que el corazón de Dios también está afligido mientras me ve luchar con el dolor de la pérdida y la oscuridad de la muerte... ¡Porque Él sabe todo lo que hay que saber al respecto!

Hebreos 4:14-15 dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.  Este versículo nos dice que Jesús experimentó plenamente el ser humano, incluyendo la pena y el dolor de la pérdida. También vemos esto en Juan 11:34 donde Jesús se afligió por la muerte de su amigo cercano, Lázaro.

Mencioné la semana pasada que fuimos creados para la vida, y que la muerte es una aberración de ese propósito. Dios no tuvo la intención de que experimentáramos la muerte de ninguna forma. Por eso duele tanto. Salmos 34:18 dice: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los que están contritos de espíritu”.  Dios realmente entiende nuestros corazones rotos y promete acercarse para consolarnos cuando tengamos esos momentos de crisis.

¡Dios ciertamente no es indiferente a nuestro dolor! Jesús lo experimentó en el nivel más profundo en la Cruz cuando clamó: "Padre, ¿por qué me has desamparado?" Jesús conoce esa sensación de pérdida y abandono que experimentamos ante la muerte de nuestros seres queridos. Y, a decir verdad, ¡a veces le hacemos la misma pregunta al Padre!

Sin embargo, este mismo Dios que parece tan alejado de nuestro dolor nos da una promesa en 2 Corintios 1:3-4: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda nuestra aflicción para que podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.” ¿Propósito de mi dolor? ¡Sí, es verdad! A menos que lo experimente usted misma, ¿cómo puede volverse y consolar a los que están detrás de usted?

Cuando parece que Dios no se encuentra en ningún lugar de nuestro dolor, hay algunas cosas importantes que debemos recordar. No solo promete consolarnos en medio de ello, sino que también responde de otras maneras. Primero, el Salmo 56:8 nos dice que Él guarda nuestras lágrimas en un odre. Ninguno pasa desapercibido, y ninguno se pierde. Nuestro dolor está siempre delante de Él. Segundo, se compadece de nuestra debilidad, según Hebreos 4:15-16.

¡Y la maravillosa noticia es que un día Él acabará con toda muerte, dolor, tristeza y aflicción! Isaías 65:19 dice:“También me gozaré en Jerusalén y me alegraré en mi pueblo; y no se oirá más en ella voz de llanto ni voz de clamor.”

Y lo mejor de todo, Apocalipsis 21:4 nos dice: “…y enjugará toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte alguna; ya no habrá más luto, ni llanto, ni dolor; las primeras cosas han pasado.”

Hoy puede estar en ese lugar de sentirse distanciada o abandonada por Dios. Puede sentir que se ha perdido en la niebla del dolor. Puede que incluso se pregunte si Dios se acuerda de usted o conoce su dolor. Si este es su caso, ¡le animamos a que mire hacia arriba! Todas estas respuestas son expresiones normales de dolor, regalos que Dios le ha dado para ayudarle a superarlo. Él está muy cerca, y si recurre a Él con su dolor, Él le encontrará en su punto más bajo… porque Él entiende.

¡La palabra final hoy es “ESPERANZA”! Sí, Él entiende el dolor... ¡tanto que ha planeado que desaparezca por completo algún día en un futuro no muy lejano! Hasta ese día, aférrense a su fe y confíen en el hecho de que Él es el Omnisciente que tiene contados hasta los cabellos de su cabeza. Un maravilloso mentor mío solía decir: “¡Cuando no sepas lo que Dios está haciendo, retrocede y confía en Su carácter!”. … ¡una buena palabra de sabiduría para seguir adelante!

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