Los Valles

LOS VALLES

¿Qué le viene a la mente cuando digo "valle"? Siempre me sorprende cómo una palabra puede tener tantos significados diferentes según el contexto. Una palabra como "de verdad" puede significar tantas cosas distintas al pronunciarse con distintas entonaciones. Por ejemplo: "¿De verdad?", "¡De verdad!" o "¡De verdad...!". Esta palabra puede formularse como una pregunta, como una exclamación de sorpresa o con un tono largo y escéptico. Todo depende del tono, la expresión facial del hablante y el contexto.

Hoy queremos analizar tres tipos de valles que podemos experimentar como viudas: el Valle de Sombra de Muerte, el Valle de Huesos Secos y el Valle de Bendición. Si bien todos son "valles", evocan escenarios muy diferentes.

"Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento." - Salmos 23:4

El primero, el Valle de Sombra de Muerte, se menciona en el Salmo 23. Este versículo bíblico nos deja varias enseñanzas. La primera es que los valles no son lo mismo que los callejones sin salida. Tienen una entrada y una salida, ¡y los atravesamos! La segunda es que este valle en particular solo contiene la "sombra" de la muerte, no la muerte misma. Nos reconforta mucho saber que no estaremos solos al caminar por este valle, ya que Jesús caminará con nosotros. Sin embargo, nos reconforta aún más darnos cuenta de que lo que experimentamos es solo una sombra de muerte. La oscuridad y la sombra pueden rodearnos en el valle, pero solo pueden ser una amenaza. Nada puede tocarnos si nos aferramos a su mano. Cuando caminé por este valle de sombra con Dave, comprendí con más claridad que nunca que la muerte no tiene poder real sobre quien camina con el Señor.

A veces, esta sombra persiste por un tiempo después de perder a nuestro cónyuge. Esta es la parte que llamamos duelo, el tiempo que tarda la química cerebral en reajustarse a nuestra nueva realidad. Puede que atravesemos momentos difíciles, pero, insisto, es útil recordar que esto es solo una sombra que persiste después de una muerte. Fuimos creados para la vida eterna, y Dios nunca quiso que experimentáramos la muerte en ninguna forma. Por eso nos resulta tan difícil y doloroso lidiar con la separación que conlleva.

El segundo tipo de valle que encontramos es el Valle de los Huesos Secos, descrito vívidamente en la visión de Ezequiel, capítulo 37:1-14. Como este pasaje es tan largo, los dejaré leerlo por sí mismos. Sin embargo, en resumen, Dios llevó a Ezequiel a un valle donde vio miles de huesos secos cubriendo el suelo. Los huesos decían: "¡No tenemos esperanza de volver a vivir!" (¡Bueno, esa es mi versión!). Dios le pregunta a Ezequiel si estos huesos pueden vivir, y la conclusión es que cuando Dios habló, comenzaron a unirse en esqueletos, luego tendones, luego carne y finalmente aliento.

La moraleja de la historia, por así decirlo, es esta: podemos mirar a nuestro alrededor y no ver más que huesos secos. Hay días en que sentimos que todo en nuestra vida murió cuando murió nuestro esposo. Todos los sueños y planes que se quedaron con él. Todo lo que íbamos a hacer juntos ya no se hará realidad. Lo que íbamos a construir no se construirá. Los viajes que íbamos a hacer… bueno, no iré solo. Todo a mi alrededor, incluyendo mis sueños y mi alegría, me pregunta: "¿Podré volver a vivir?". La respuesta es un rotundo "¡Sí!". Mientras Ezequiel observa, Dios habla a los huesos y le dice que profetice aliento sobre ellos… y cobran vida. Dios promete hacer lo mismo por nosotros, al buscarlo en medio de este Valle de Huesos Secos en nuestras vidas.

El tercer valle es el Valle de la Bendición que encontramos en esta escritura (¡y en muchas, muchas otras!):

“Pobladas de rebaños están las praderas y cubiertos los valles de trigales, aclaman y cantan alegres.” – Salmos 65:13

¡Guau! Estos son los valles donde queremos vivir. Imagino laderas verdes cubiertas de exuberante hierba y salpicadas de flores silvestres. Hay rebaños y animales salvajes; no hay serpientes, solo mansos como conejos, ¡por supuesto! En el fondo del valle, un arroyo tranquilo serpentea montaña abajo, proporcionando agua fresca y limpia, y un canto burbujeante de alegría para quien lo escuche. ¡Este versículo habla de ropa, provisión, alegría y canto! ¿Volveré a cantar alguna vez? Muchas viudas se lo preguntan, así que si tú también, no estás sola.

Este es el Valle de la Bendición. Los valles son lugares bajos entre las alturas, ¡no necesariamente malos! A menudo ofrecen un refugio donde las cosas están protegidas y pueden crecer y florecer. Esto suele ser cierto para nosotros cuando caminamos por el Valle del Dolor. Puede parecer un punto peligrosamente bajo, pero con solo cambiar nuestra perspectiva, este valle se convierte en un regalo y una bendición. Se convierte en un lugar de protección, un lugar donde podemos reorganizar nuestras vidas, sanar nuestras mentes y corazones, y satisfacer todas nuestras necesidades. Y sí, puede convertirse en un lugar donde reencontramos la alegría y comenzamos a cantar una nueva canción.

Así que, al considerar estos valles, hagamos un breve repaso. El Valle de la Sombra de la Muerte es temporal, y nunca se recorre solo. El Valle de los Huesos Secos es un lugar donde la vida volverá y comenzará a unirse de nuevo. El Valle de la Bendición es un lugar donde Dios desea satisfacer todas nuestras necesidades y devolvernos nuestra alegría y nuestra alegría.

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